Leyendas Urbanas: Hoy, los espíritus calcinados del Simetrías

Los lugares que han experimentado grandes catástrofes son proclives a ser escenarios de manifestaciones sobrenaturales que perturban a quien osa acercarse a sus inmediaciones. Si a un buen número de muertes trágicas añadimos una leyenda negra, esas manifestaciones se convierten en una verdad absoluta que consigue amedrantar al más valiente.

En la Pista de Silla, en Valencia, existe un lugar que reúne las dos características que he enunciado antes.Se trata de una nave abandonada desde diciembre del año 2009. Su aspecto es de ruina total y en sus paredes se pueden adivinar los surcos dejados por las llamas. Dicen que cuando te acercas, se percibe un ténue olor a carne quemada.

La nave fue en su origen una tienda de ropa de segunda mano, pero la crisis no permitió que se llegara a abrir, y fue reconvertida en una discoteca. La sala Simetrías fue un local de efímero éxito, porque el día de su inauguración, ardió por completo. Y con ella, más de 100 de las personas que estaban en su interior.

El origen del fuego no se pudo precisar, aunque todo indica que fue intencionado. Las puertas estaban atrancadas desde fuera, por lo que se pensó que alguien causó la masacre. Todo fue muy terrible y la verdad, forma parte de la leyenda negra de la ciudad de Valencia.

Pero de los hechos reales, pasamos a la leyenda urbana. Como suele ocurrir en estos casos, en los que se une la tragedia y la mala suerte, hay quien asegura que se escuchan voces y gritos durante las noches de los fines de semana.

La leyenda cuenta que una joven se atrevió a entrar, unos meses después de la catástrofe, en algún tipo de apuesta. Otros dicen que era una medium y que la llevaron allí para probar su poder. Sea como fuere, el caso es que la chica bajó las escaleras hasta la pista central y la perdieron de vista.

A los pocos minutos, subió corriendo, gritando como una posesa, y asegurando que la perseguían decenas de personas en llamas, corriendo y empujándose, pugnando por salir. Al llegar a la puerta de salida, que obviamente estaba abierta, cayó al suelo y continuó gritando durante varios minutos, sin que sus acompañantes pudieran calmarla.

Nadie vió nada, nadie escuchó nada, pero ella continuaba con su historia. La llevaron hasta el coche y allí comprobaron como, pese a llevar la ropa intacta, en su piel se marcaban huellas de manos y zapatos. No tardaron en desaparecer, pero ella no volvió, dicen, a ser la misma.

Así que ya sabéis, si pasáis por la Pista de Silla, podéis deteneros en un polígono industrial que hay cerca de la autovía, y acercaros al Simetrías. Pero llevaros un extintor, por lo que pueda pasar.

Un saludín

Comentarios

caotico_jq ha dicho que…
Quina por... No coneixia aquesta historia.