El Caballero Oscuro La Leyenda Renace: El fin de la trilogía... con posibles


Ayer tuve la suerte de poder estar en la primera sesión de la tarde en los Ábaco de Castellón, para dejarme bombardear con El Caballero Oscuro, La Leyenda Renace. A las cuatro y media éramos unas 30 personas atentas a la pantalla, esperando ese desenlace que se esperaba fascinante y muy esperado.

Partiendo de que la versión digital que se emite en los Ábaco es un fiasco, no estuvo mal. Me refiero a que, por dos veces, se pudieron ver los anuncios y los tráilers perfectamente, pero al comenzar la película, saltó la musiquita de espera. DOS VECES.

Parte del público tuvo que salir a protestar, porque en la cabina no había nadie que controlara la proyección. Algo muy común, que cabrea porque la entrada no es, en absoluto barata. Alguien debería estar al cargo y solucionar estos problemas en cuanto surjan...

Pero volvamos a la película. La que Christopher Nola dice que es el fin de su trilogía, y que marca un antes y un después en la vida cinematográfica de Batman. Al menos, hasta el próximo reboot, donde vuelvan a matar a los pobres papis, y tengamos otra vez toda la historia de su origen.

El Caballero Oscuro, La Leyenda Renace es una buena película, a ver quien lo va a negar. Tiene todo lo que tenían las anteriores, con el plus de un final que no por más anunciado no deja de ser intrigante.

Primero, nos encontramos con una situación heredada de El Caballero Oscuro, con Batman retirado y fuera de circulación. Un Bruce Wayne venido a menos, recluído en su mansión y ajeno a todo lo que ocurre en una Gotham que está a salvo, tras la labor de Gordon al mando de la policía. 

Con su bastón, su aire de millonario decadente y su cerebro embotado, es la viva imagen de uno de esos reclusos de su propia locura. De repente, se activa, ocurre algo que le saca de su letargo y comienza a recuperar la cordura. Por decir algo.

Una Anne Hathaway vestida de doncella puede despertar ese tipo de sensaciones en un hombre, desde luego.

A partir de ahí descubrimos que sus años como justiciero le han pasado factura y se ha convertido en casi un tullido. Nada de eso lo detiene. Batman vuelve a la ciudad, sin que sepamos muy bien por qué.

La película comienza entonces una vertiginosa subida de calidad y llega a cotas insospechadas de acción, buena narrativa y una actuación de los actores estupenda. Creo que estamos en ese momento en uno de los mejores momentos del cine actual, y no es para menos. 

Los personajes secundarios comienzan a circular por el metraje y a mostrar su importancia. Bane hace acto de presencia y se muestra como un villano a tener en cuenta, peligroso y tremendamente poderoso. Un personaje con fuerza y potencia que representa al que conocíamos de los cómics.

Catwoman, o mejor dicho, Selina Kyle, ya que su nombre de guerra no se utiliza en ningún momento en la película, está bien caracterizado. Cínica, con un pasado misterioso, oportunista y astuta, utiliza todos sus recursos para permanecer viva. 

John Blake se desmarca como un policía honrado, y cuando se desmarca identificándose como un huérfano noble y sentido, comenzamos a verle de otra manera. Con pantaloncitos cortos de color verde...

De todas maneras, no importa demasiado. Sabemos qué estamos viendo en pantalla. Este Bane no es el que le partió la espalda a Batman. Por un momento, es el líder de los Mutantes de la distopía de Miller. De repente, se convierte en Bane y después vuelve a ser el líder del futuro imperfecto de Frank.

Bruce es más Bruce que nunca, y se desmarca de su alter ego enmascarado. Este es más radical que nunca, inmerso en una situacion que nos recuerda mucho a Tierra de Nadie. Una ciudad abandonada a su suerte, el ejército estableciendo un cordón infranqueable del que nadie puede escapar.

Es en esta situación cuando vemos a Alfred abandonar a un arruinado Bruce y partir a vivir su propia vida. Esperábamos, desde luego, verle por las calles de Gotham ayudando a la gente, pero esa escena ha escapado del punto de mira de Nolan. Un lástima, porque habría servido para que Caine se luciera todavía más.

La fuerza de Bane se deshincha en el último cuarto de la película, cuando se descubre que es un segundón, un sicario tal y como lo fue en "aquella" versión. Una lástima, que rechina cuando nos dan a entender quien podría ser. Por suerte, muchos conocemos bien la historia de R'as Al Ghul, y sabemos que nunca tuvo un hijo, sino una hija.

"Sorpresa" final con la identidad de esta, y la dichosa manía de enlazar todo lo que conocemos con las nuevas tramas. Todo está relacionado, tenga o no sentido. Todo vale.

Como apunte, también me quiero quejar sobre el desenlace de la película. Ya lo he visto. Hace unos meses, en Los Vengadores. Me resulta pesado estas repeticiones. Puedes adornarlas como quieras, pero convierten un momento épico en una burla, en un pastiche, en una copia más o menos barata, de una escena que ya estás harto de ver. Y estropea el clímax.

Además, todos sabíamos que el asunto del piloto automático iba a traer cola al final de la peli. Es el inconveniente de conocer el mundo del cine. Sabíamos que no había ocurrido, que todo estaba arreglado.

Y por eso sabíamos que habrían consecuencias, que todos los personajes tendrían lo suyo. Y por eso, sobra una imagen en Florencia. No hace falta. Ya lo sabemos.

La que no sobra es la última escena, con una Batcueva visitada por el heredero del manto. Un manto que, seamos honestos, no se ha ganado quien presumiblemente lo va a llevar. Pero bueno, somos espectadores, no creadores.

A mí, me vale. Recomendadísima.

Pero mi Batman es otro...

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