Los Bonitos Recuerdos de Palmiro Capón, una historieta demasiado real

Si alguien no conoce la revista El Jueves, es, una de dos, porque no vive en España o no se acerca nunca a un bar o a un kiosko. Se trata de una de las publicaciones satíricas más populares de nuestro país, y la única revista de estas características que ha conseguido sobrevivir de manera comercial, y además, hacer ganar dinero a sus propietarios.

Esto ha pasado porque han sabido innovar, cambiar y adaptarse a cada paso que daba la sociedad con nuevos contenidos y abriendo la puerta a nuevos autores. Por otro lado, sus contenidos siempre han tenido la calidad necesaria para acompañar esos cambios con un aire fresco y renovado.

El artista valenciano Lalo Kubala fue una de esas incorporaciones que removieron la revista hace ya varios años. Después de varias series publicadas en la revista, se lanzó con Los Bonitos Recuerdos de Palmiro Capón. En ella, recogiendo su propia experiencia, ha estado contado muchas pequeñas aventuras a lo largo de los primeros años del personaje.

Desde los estertores de los 60, hasta la convulsa década de los 70, y terminando en los brillantes 80, saltando a menudo de una a otra, Palmiro nos relataba como era la vida en cada una de esas épocas. Un relato costumbrista que, en tono humorístico, recreaba la vida de una familia tipo española, muy alejada de los Alcantara y la verdad, mucho más sincera y cercana.

Tanto, que hasta podría decirte que en algunos momentos parece que esté narrando alguna situación que vivimos aquí, en Sepelaci Capital, mis amigos y yo. Dejando a parte los momentos más personales e íntimos, esos que ocupan los pensamientos de todo niño y adolescente en determinadas situaciones, me divierte ver y comprobar como la afición por los Madelman (aunque yo era más de Clicks) era importante, como había algún viejo que contaba batallitas que reunían a la chavalería y como la aparición de las máquinitas de marcianos hizo cambiar los hábitos de millones de chavales.

Es curioso encontrar, también, lugares comunes en esas historietas, porque en dos de ellas, Lalo Kubala rememora, a través de su personaje, la visita que, obligatoriamente, hacían todos los colegios de la Comunitat Valenciana a nuestro Museo de Ciencias Naturales del Carmen. Allí repasó lo que le parecía este museo, emblemático durante esa época, y sobre todo, de la joya del mismo: la colección de animales teratológicos que todavía puede verse allí, aunque algo reducida.

Desde siempre, es una de las páginas que primero visito de la revista (las otras son Para tí, que eres joven... y Frederick Freak), y me hace reir, no ya por lo más o menos gracioso que puede aparecer por ella, sino por recordar una infancia y una juventud que los de mi generación vivimos en primera persona. Un saludín

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