Cuando terminé Los Caminantes, y Carlos Sisí me comentó que el siguiente libro de la saga iba a aparecer en breve, me emocioné.
Me había encantado el libro y disfruté con cada página de la historia, acompañando a Juan Aranda, a Moses, a Dozer, a José, a Susana, a Isabel e incluso al perjudicado Padre Isidro en sus aventuras para sobrevivir en un mundo donde todo se había puesto patas arriba y la superviviencia no dependía más que de la colaboración entre todos.
Disfruté con el ánimo de cooperación, y como la raza humana (sus pocos supervivientes) arrimaban el hombro uno con otro para conseguir librarse de las garras de la parca y crear un remanso de tranquilidad en mitad de una ciudad muerta.
Ahora, con Necrópolis, Carlos ha cogido la otra cara de la humanidad, el egoismo, el egocentrismo, la arrogancia y la individualidad, y nos ha recordado que los seres humanos somos capaces de grandes cosas en cuestión de solidaridad, pero también unos cerdos sin escrúpulos cuando se trata de preservar nuestro estilo de vida.
Si en el primer libro el enemigo eran los zombis y la locura del Padre Isidro, en este segundo descubrimos que los primeros hacen lo que deben hacer dentro de su lógica, y el párroco no deja de ser otra víctima de la situación. El verdadero enemigo, el que puede conseguir que finalmente la raza humana desparezca no son los muertos vivientes, Los Caminantes, sino los vivos y crueles seres humanos que anteponen sus egos al bien general.
Una reflexión que no solo nos da unas cuantas páginas de emoción, de aventura y en ocasiones, de bastante mal rollo, sino que te deja pensativo sobre lo que realmente ocurriría en una situación límite como la que leemos en el libro. Y te das cuenta de que, probablemente, no está tan desencaminado.
Lo que sí es cierto es que el destino es el destino, y para todos llega lo suyo, a unos por confiados, y a otros, por no mirar más allá de su ombligo.
Las tramas nos presentan a nuevos personajes, decimos adiós a otros (muertes violentas, sí, pero alguna de ellas especialmente épicas), y el autor nos encamina hacia la que dice será la tercera y última parte de la trama.
Me comenta el propio Carlos que en el tercero quizás se llegué a la reconquista del planeta a manos de la humanidad, pero también acaba diciendo que "si estos te parecieron malos, espérate y verás"... Una acotación que hace que se multipliquen las ganas de leer esa última escena de una obra tan monumental como intensa.
Si no lo has leído, ya tardas.
Un saludín
Comprar Los Caminantes Necrópolis en Argot
Me había encantado el libro y disfruté con cada página de la historia, acompañando a Juan Aranda, a Moses, a Dozer, a José, a Susana, a Isabel e incluso al perjudicado Padre Isidro en sus aventuras para sobrevivir en un mundo donde todo se había puesto patas arriba y la superviviencia no dependía más que de la colaboración entre todos.
Disfruté con el ánimo de cooperación, y como la raza humana (sus pocos supervivientes) arrimaban el hombro uno con otro para conseguir librarse de las garras de la parca y crear un remanso de tranquilidad en mitad de una ciudad muerta.
Ahora, con Necrópolis, Carlos ha cogido la otra cara de la humanidad, el egoismo, el egocentrismo, la arrogancia y la individualidad, y nos ha recordado que los seres humanos somos capaces de grandes cosas en cuestión de solidaridad, pero también unos cerdos sin escrúpulos cuando se trata de preservar nuestro estilo de vida.
Si en el primer libro el enemigo eran los zombis y la locura del Padre Isidro, en este segundo descubrimos que los primeros hacen lo que deben hacer dentro de su lógica, y el párroco no deja de ser otra víctima de la situación. El verdadero enemigo, el que puede conseguir que finalmente la raza humana desparezca no son los muertos vivientes, Los Caminantes, sino los vivos y crueles seres humanos que anteponen sus egos al bien general.
Una reflexión que no solo nos da unas cuantas páginas de emoción, de aventura y en ocasiones, de bastante mal rollo, sino que te deja pensativo sobre lo que realmente ocurriría en una situación límite como la que leemos en el libro. Y te das cuenta de que, probablemente, no está tan desencaminado.
Lo que sí es cierto es que el destino es el destino, y para todos llega lo suyo, a unos por confiados, y a otros, por no mirar más allá de su ombligo.
Las tramas nos presentan a nuevos personajes, decimos adiós a otros (muertes violentas, sí, pero alguna de ellas especialmente épicas), y el autor nos encamina hacia la que dice será la tercera y última parte de la trama.
Me comenta el propio Carlos que en el tercero quizás se llegué a la reconquista del planeta a manos de la humanidad, pero también acaba diciendo que "si estos te parecieron malos, espérate y verás"... Una acotación que hace que se multipliquen las ganas de leer esa última escena de una obra tan monumental como intensa.
Si no lo has leído, ya tardas.
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