Leyendas Urbanas: hoy, la DGT

¡Qué malos son los chicos de Tráfico!

Todos sabemos los ardides que utilizan los agentes de la Guardia Civil de Tráfico para conseguir recaudar dinero de los pobres y sufridos contribuyentes.

Si hubiera que poner una multa a alguien, sería a ellos, por tramposos.

O al menos, eso se comenta…

Y es que no creo que haya un cuerpo de seguridad con peor fama de tramposos que ellos. Normal, si se tiene en cuenta que todos somos, en un momento u otro, víctimas de una “pillada” por parte de estos señores, que al fin y al cabo, están haciendo su trabajo.

Su trabajo consiste en hacernos saber que estamos cometiendo una infracción de tráfico y que debemos extremar las precauciones.

El caso es que, según un correo electrónico que recibí no hace mucho, utilizan también diversos sistemas para hacernos delinquir y así, conseguir un número aceptable de multas.

Una de esas triquiñuelas es un dispositivo con el que lanzan una señal que los móviles que hayan en un radio de unos 20 metros interpretan como una señal de llamada y en consecuencia, suenan.

Si contestamos a esa llamada mientras conducimos, seremos inmediatamente detenidos y nos caerá una considerable multa, además de restarnos un buen número de puntos del carnet.

No es ese el único medio que tienen para hacernos caer.

Los nuevos vehículos con radar que utiliza la DGT son muy normalitos. Se sitúan en lugares en los que no destacan, en los que no hay aviso de radar, y son prácticamente irreconocibles. Excepto porque en la puerta delantera hay un “boño” considerable, donde, según otro correo electrónico que se distribuye en masa, “ocultan” un radar sofisticadísimo.

Corre también el rumor que la SGAE también se ha asociado con la benemérita, para evitar que la “piratería” sea lo común en los radio-Cd de los coches.

Dicen que si te paran, te pedirán la documentación, el carnet de conducir, el seguro y los CDs.

Si los que llevas son grabados, el agente los requisará para asegurarse que tienes los cds originales, que son copias de seguridad para consumo propio, y no las has comprado o grabado de otra persona.

Te dará unos días para presentarte en el cuartel más cercano a tu casa para enseñar los discos originales. Si no es así, la multa puede ser considerable…

Por supuesto, todas estas historias no son más que leyendas urbanas, cuentos y fabulas que se cuentan para hacernos malpensar sobre los agentes que nos protegen en las carreteras.

Pero no son estas las únicas leyendas que hay acerca de los controles de la Guardia Civil.

También ellos padecen los efectos de estas historias, que tienen, como siempre, otra cara.

Cuenta una historia, tan fiable como el resto de ellas, que una patrulla realizaba un control de alcoholemia rutinario. Paró a un coche, del que bajó un individuo (por supuesto, en el correo donde se lee esto tiene nombre y apellidos, pero como siempre varían) totalmente ebrio. Los agentes procedieron a apartarlo de la carretera, a esperar a que se le pasará la melopea. Obviamente, le retiraron las llaves del coche.

En un descuido, se subió al coche y arrancó. Se alejó del lugar del control y llegó hasta su casa. Metió el coche en el garaje del adosado donde vivía, y subió a casa.

Le dijo a su mujer que si venían a buscarle, dijera que había estado todo la noche allí y que no había salido ni cogido el coche.

Al cabo de unas horas, llamaron al timbre. Era, claro, la Guardia Civil.

Pidieron al hombre que saliera, y una vez fuera, dijo que él no había salido para nada esa noche, que no había cogido el coche y que seguro que todo era un error.

Aún así, accedió a abrir el garaje, para enseñar el coche.

Al hacerlo, el matrimonio se quedó boquiabierto, sin palabras, y los guardias mostraron una satisfecha sonrisa.

Aparcado en el sitio del coche familar, el coche patrulla lanzaba los destellos azules desde su techo.

Al huir, se había confundido de vehículo y había dejado el suyo allí.

Un saludín

Comentarios

Guillem López ha dicho que…
Pues yo sí sé de uno que acojonado por la multa que se le venía encima cuando le indicaron que parase en un control, no se le ocurrió otra cosa que acelerar y saltarse el dicho control, con la pertinente persecución, detención en el arcen dos kilometros más allá, cacheo, desmantelamiento del interior del vehículo en busca de drogas o/y armas, y dos multas por el precio de una.
Ahora, lo del dispositivo del móvil para que contestes me parece descabellado...
Un saludo.
Víctor Alós ha dicho que…
Sí, historias las hay a patadas. Reales, solo unas poquitas, pero también son espectaculares :-)
J.E. Alamo ha dicho que…
La del coche patrulla en el garaje es cojonuda... XDDD