Leyendas Urbanas: Hoy, Walt Disney y su legado


Ser uno de los grandes creadores de fantasía del mundo no es tarea fácil. Ser, además, uno de los empresarios de ocio y entretenimiento, tampoco. Sin embargo, es tremendamente sencillo acabar acaparando un inmenso número de leyendas urbanas tras su muerte.
Es el caso de Walter Ellias Disney, más conocido por todos como Walt Disney.
Seguro que, inmediatamente después de leer este nombre, te ha venido a la mente la popular historia de su descanso eterno. Seguro que estás pensando en aquella cabina, sellada y congelada, que conserva su cuerpo fallecido hasta que la ciencia sea capaz de reanimar su cuerpo y devolverle la vida.
Esta historia ha circulado por el mundo tras la fecha de su muerte, el día 15 de diciembre de 1966. Según esta, el cuerpo del empresario fue trasladado a un centro criogénico y congelado a la espera de una posible cura para su estado. Junto a él, otros millonarios habían optado por la misma manera de conservar el cuerpo, con la esperanza de vivir muchos años más.
La realidad es otra muy diferente. El cuerpo de Walt Disney descansa en el Forest Lawn Memorial Park, en el barrio californiano de Glendale, en la ciudad que tanto poder le dio en vida, y a sus herederos hoy en día. Fue incinerado dos días después de su óbito y en un nicho del mismo, yace junto a su esposa, Lillian y su hija Sharon.
El origen de esta leyenda tiene lugar, como he comentado, pocos días después de su muerte, pero fue popularizada por dos biografías sobre Disney, realizadas en 1985 y 1993, en las que se daba una imagen bastante oscura del personaje, de su vida y de muerte.
Pero tan aireada ha sido su final congelado, como su origen europeo. Y más concretamente, esa leyenda sitúa su nacimiento muy cerquita de aquí, en la localidad almeriense de Mojácar.
Al parecer, la pareja formada por Isabel Zamora y un misterioso hombre, de quien no se tiene ninguna referencia.
Isabel, preocupada por su recién estrenada maternidad, y teniendo en cuenta que era madre soltera en una España que no toleraba de ninguna manera esta circunstáncia, viajó hasta los Estados Unidos, merced a la aportación de alguien.
Una vez allí, localizó a la pareja formada por Elias y Flora Disney, en Chicago, y lo dio en adopción.
Según la leyenda, José Guirao Zamora es el nombre original con que fue bautizado Disney, antes de que su familia adoptiva cambiara de nuevo su nombre por el que hoy conocemos.
Por desgracia para los presuntos familiares de este niño, y posibles herederos de su fortuna, el nacimiento de Walt está más que documentado, así que, aunque se sospecha que la historia de Isabel Zamora puede tener muchos visos de realidad, no tiene nada que ver con el hoy llorado mecenas del cine de animación.
Se ha hablado también mucho acerca de la afinidad de Disney con el régimen fascista de Alemania e Italia, e incluso de su apoyo incondicional al nazismo. Si alguna vez tuvo esos pensamientos, quedaron totalmente olvidados una vez Estados Unidos entró en guerra con los alemanes, italianos y japoneses. Sus cortos colaboraron activamente en las campañas de propaganda americana de la época, y en ellos se ridiculizaban a los líderes contrarios y a sus ideales políticos.
En cuanto a su tendencia antisemita, no otro de los lastres que se le atribuyen, tampoco está demostrado que fuera más allá que el resto de personajes relevantes de la época, sin destacar ni un ápice.
Sí es cierto, sin embargo, su total apoyo al senador McArthy, que promulgaba las maldades del comunismo y que a tantos cineastas llevó a prisión.
Los personajes salidos de su célebre factoría también han sido objeto de múltiples leyendas, a cual más increíbles.
Por ejemplo, se cuenta que el Pato Donald fue censurado en Finlandia por su escueto vestuario… y por convivir con una pata “en pecado”. La espectacularidad de la noticia, que fue realmente anunciada, tiene su origen en una decisión política. Se trata de la opinión de un político finés, Markuu Holopainen, que decidió que en los centros juveniles del país se cambiaran los cómics por revistas deportivas y de entretenimientos varios. Inmediatamente, la prensa del otro sector político, se cebó con el promotor de la idea, que fue acusado de ser “el hombre que prohibió al Pato Donald en Finalandia”·
A partir de ahí, la leyenda se propagó, y es normal verla incluso en páginas web de curiosidades.
Y la existencia de extraños clubes en los parques, donde se sirve alcohol (existe uno, en Estados Unidos, el Club 33, pero la leyenda habla de misteriosas y exclusivas organizaciones que se reúnen en los parques), mensajes ocultos en las películas (algunas veces, jugarretas de los animadores, en otras, misteriosos llamados a la decadencia de la juventud…), la orden de sacar a los accidentados en los parques antes de su muerte, para que no quede constancia de su fallecimiento en el mismo, y un largo etcétera son otras de las innumerables leyendas que sobre la figura de este reconocido genio del entretenimiento se han ido contando y, por desgracia, narrando en medios de comunicación poco dados a contrastar informaciones y a hacer un poco de documentación.
Así es la vida (y la muerte), de una gran figura.
Un saludín

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