Leyendas Urbanas: Hoy, Centros Comerciales, lugares terroríficos


Los centros comerciales se han convertido en lugares para pasar el día, sitios donde entramos un sábado por la mañana y podemos estar hasta bien entrada la noche. Compras, restauración , cine, recreativos… Todo junto en un mismo lugar, que ha provocado que no nos movamos tanto y pasemos horas allí.
Y es en estos centros de ocio y consumismo donde han virado las miradas de los creadores y difusores de leyendas urbanas. Cada vez hay más leyendas urbanas que tienen como escenario los centros comerciales, unas importadas desde Estados Unidos, donde tienen más trayectoria, y otros, originarios de nuestro entorno, con nuestras manías y nuestros miedos.
Una de las que más han circulado, y no precisamente los últimos años, sino desde hace ya muchos años, es la que se ha venido a llamar la “Historia del terrorista bueno”.
La cosa trata de una chica (generalmente, las historias de este tipo les ocurre a chicas jóvenes, veta tú a saber por qué) que está en la caja de un hipermercado. Delante de ella hay un joven que está pagando, pero le falta algo de dinero para completar el pago. La joven le da a la cajera el euro que le falta para pagar, y él se lo agradece, nervioso y avergonzado.
Cuando está en el aparcamiento, guardando la compra en el coche, el chico se acerca a ella, y le comenta, agradecido, que le va a avisar de algo importante.
No debe de acercarse a ese hipermercado el día tal, y aunque no puede decirle el motivo, insiste en ello.
Antes de que ella pueda reaccionar, él se va. Alertada, y mosqueada por la información recibida, se pone en contacto con la policía para indicarles la misteriosa advertencia. En la comisaría, lo identifican como integrante de un comando de ETA, por lo que se consigue desarticular un peligroso atentado, previsto para la fecha señalada.
La noticia circula con cierta frecuencia, cambiando la fecha y el lugar, pero son muchos los centros donde se ha ubicado la historia, a lo ancho y largo de España.
El origen de la historia se puede situar en el miedo que se propagó tras el brutal atentado en el Hipercor de Barcelona, y que dio pie a que la leyenda fuera tomada en serio.
Existen muchas versiones de la historia, y tras el atentado en Madrid el 11 de marzo, mutó hacia un terrorista de raza árabe.
La situación es la misma, y la credibilidad de la leyenda la misma. Ninguna.
Nunca ha ocurrido tal cosa, ni hay documentación sobre una narración real con estos componentes, así que podemos estar tranquilos.
Otra gran mentira con los centros comerciales como escenario son los secuestros de niños.
En Toledo circuló una leyenda con estas características no hace muchos años. Por supuesto, no tardó en mutar y cambiar de ciudad y de circunstancias.
Al parecer, una pareja perdió de vista un momento a su hija pequeña. Se dirigieron inmediatamente al servicio de seguridad, que tampoco fue capaz de localizarla en el recinto. Alertados, los responsables cerraron las puertas y se inició un registro completo. Se localizó a la niña… y a sus secuestradores.
Se trataba de dos hombres que acompañaban a la pequeña, que para que pasara desapercibida, la habían disfrazado de niño, con una gorra para taparle el cabello largo.
Según Bruno Cardeñosa, autor de “Mentiras Populares” (Espejo de Tinta, 2008), el centro en cuestión recibió decenas de llamadas interesándose por el tema, que fueron sistemáticamente contestadas con una negación por parte de la dirección.
Poco tiempo tardó en propagarse y trasladándose de ciudad en ciudad, como suele ocurrir en estos casos.
Realmente, según datos ofrecidos en este mismo libro, y que coinciden con informaciones vertidas en otros medios, son muy pocas las desapariciones que tiene a los niños por víctimas. Quedan, entre las casi 12.000 que se denuncian cada año, apenas 15 o 20 que se consideran graves, y de esas, sólo hay un pequeño porcentaje que son secuestros. Hay, como sabemos, desapariciones que continúan sin resolver, pero no es la norma, ni es tan común como se puede pensar.
También es digna de resaltar aquella leyenda que nos advierte sobre las bandas que se dedican a dormir a sus víctimas con éter, haciéndolo pasar por perfume, en los aparcamientos de los centros comerciales.
Estas bandas atraen a los incautos con una oferta de perfumes muy baratos, a precio de risa. La condición, claro, es que se acerquen a oler los frascos.
Es entonces cuando hace efecto el éter y el inocente comprador cae desmayado al suelo, momento en que los ladrones aprovechan para robar todas sus pertenencias.
Otra vez, el miedo a los lugares con asistencia masiva provoca la aparición de historias que nos avisan de los riesgos de no andar con ojo.
La advertencia de no perder de vista a los pequeños, que no nos fiemos de las compras fuera de lugar y sobre todo, desconfiar de quien se acerque con intenciones poco claras.
Hay tantas advertencias, que incluso ha llegado a circular por Internet, en la forma de correo electrónico un aviso, en el mismo formato que estas leyendas, en la que un afectado de un robo avisa: cuidado con unas rumanas de muy buen ver, que te piden que les acerques a otro punto de la ciudad, desde el centro comercial. Una vez en el coche, una de ellas se pone cariñosa, y mientras, la otra, te roba el pan, las cocacolas y al menor descuido, salen corriendo.
La advertencia termina diciendo que al pobre incauto ya le han robado tres veces, y “mañana, es probable que lo vuelvan a intentar”

Comentarios

Paco Hernández ha dicho que…
joder, con lo tranquilo que iba yo a comprar a centros comerciales XDD.La verdad es que no había oído nunca historias de esas O_O
Víctor Alós ha dicho que…
Pues las hay a montones...
Será que nunca has prestado atención, porque por aquí salen un par de ellas al año.
Y son "totalmente ciertas, que me lo ha dicho una persona de confianza".
Como no...
Un saludin