¿Quién no lo ha escuchado? Todo el mundo conoce la historia, que ha dado la vuelta al mundo (varias veces y todas las direcciones posibles) y ha sido repetida hasta la saciedad.
Ana García Obregón sufrió un terrible accidente, no hace demasiado tiempo. Estaba viajando a bordo de un avión comercial, cuando de repente todos los pasajeros se sobresaltaron a causa de una súbita explosión que atemorizó a todos.
No se trataba de un atentado, ni de un disparo, ni siquiera de una descompresión explosiva. Los gritos de la actriz, presentadora y bióloga alertaron a la tripulación de donde se había producido el sonido. Al acercarse al asiento de la bióloga, se dieron cuenta de que la sangre lo inundaba todo. ¡¡Se le había reventado una de las prótesis mamarias de silicona!!
Al parecer, la diferencia de presión atmosférica provocó que la silicona saliera de su natural recipiente y reventara el pecho.
Pues bien, esta noticia, tan popular, es totalmente falsa.
A poco que agudicemos la memoria, recordaremos que la hemos escuchado con otras protagonistas, tan aficionadas a la cirugía plástica como nuestra entrañable Ana. Se han barajado los nombres de Brigitte Nielsen, Lolo Ferrari, o Pamela Anderson, pero ninguna de ellas, ni de otras, se han visto jamás en semejante trance.
Existen varios orígenes para la pegadiza y repetitiva historia.
El primero de ellos tiene que ver con el caso de una azafata americana, en los años
Se trata de una recogida por Jan Harold Brunvand en los Estados Unidos que cuenta como protagonista a una mujer que, en plena década de los 60, utilizaba un sujetador hinchable. Esta prenda se hizo relativamente popular en esa década y se trataba de un sujetador cuyas copas se podían hinchar con ayuda de un tubito para ganar un par de tallas de pecho.
Pues bien, esta señora volaba en un vuelo en los mismos Estados Unidos, cuando notó, al cabo de un rato de viaje, como las cámaras del sujetador aumentaban de tamaño y se hinchaban, a causa de la bajada de presión que se experimenta a grandes altitudes.
Finalmente, tuvo que levantarse e ir corriendo hacia el lavabo, aunque no llegó a tiempo de quitárselo y reventaron, provocando un ruido sordo que alertó a la tripulación.
También aparece en el libro El circo aéreo de
Con el tiempo, estas leyendas han cambiado el sujetador por los implantes, llegando hasta nuestros días a ser protagonizados por estrellas de la tele y el cine.
El verdadero origen, no obstante, parece situarse en otro lugar, precisamente en el cine.
Según Bruno Cardeñosa, autor de Mentiras Populares, libro publicado este mismo año, el origen se remonta a la película de Charles Chaplin “Un rey en Nueva York”. En esta película de 1957, uno de los personajes acude a un cirujano para que le reconstruya su cara, envejecida por el paso de los años. Finalmente, sufre un ataque de risa que le rompe la piel, estirada por métodos quirúrgicos.
Es desde ese momento en que los detractores de las operaciones de estética han popularizado las leyendas urbanas que atacan frontalmente a esta práctica.
Lo cierto que, tarde o temprano, la noticia de que tal o cual famosa o famosilla, con pechos operados, ha sufrido semejante accidente volverá a aparecer en medios de comunicación poco informados e incapaces de contrastar una información, con los nombres actualizados y amoldados a los nuevos tiempos.
Comentarios
Saludos Televiseros
http://blogcontacto.asdgo.com
Tengo problemas para hacerte m is comentarios en tu Flickr, a ver si puedes echarme una mano!!!
Saludos
No hagas caso de la gente que piensa que ensucias los blogs con comentarios chorras. ¡Qué sabrán ellos!
Anónimo 2: Los comentarios me funcionaban ahora mismo. No se que habrá ocurrido. Prueba otra vez, a ver si ahora...
Un saludín