La evolución de la televisión (a la fuerza ahorcan)

Publicado en Arrels nº 20

Internet, esa cosa de la que habla todo el mundo, y que para muchos más es un completo enigma, un terrible agujero negro de conocimiento, y quizás, el origen de todos los males del mundo actual, está cambiando el mundo, aunque no seamos conscientes de ello.

No voy ha hablar aquí de politiqueos, conspiraciones y delitos execrables, sino más bien de lo que ha supuesto la red de redes esa en la vida diaria de todas las personas de bien.

Nuestro ritmo de vida se ha visto alterado, aún sin saberlo, por los avances en la transmisión de información que ha propiciado el invento este, hasta el punto de que los lectores de periódico se decantan, cada vez más, por las versiones digitales de sus diarios de cabecera. Estos incluyen, además de los textos que se pueden encontrar en las ediciones de papel, vídeos, audios y todo tipo de alicientes para completar la información.

Y no sólo vamos hacia la desaparición, cada vez más cercana, de una edición masiva en papel, sino que otros medios, como la tele o la radio están sufriendo también una transformación radical para adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas maneras de recibir la información y sobre todo, a la inmediatez que suponen millones de usuarios conectados al mismo tiempo en todo el mundo.

La radio, por ejemplo, está viendo como disminuye paulatinamente su número de oyentes, debido al fenómeno del podcasting, que es como se llama a la posibilidad de descargar en tu ordenador (y ya mismo al teléfono móvil) los programas de casi todas las emisoras, en formato digital, para escuchar a través de los altavoces del trasto o, mejor, con el cada vez más popular aparatito de Mp3.

Los oyentes han pasado de estar esclavizados a los horarios impuestos, a poder disfrutar de los programas que quieren escuchar cuando los quieren escuchar, como los quieren escuchar y lo más importante, se ha pasado de una fidelidad de cadena a una fidelidad de programa.

En cuanto a la tele, ahí ha sido donde más ha dolido el tema de Internet. Lo han vivido ya algunas cadenas públicas de carácter nacional (vale, una en concreto), aunque su efecto se ha hecho sentir en todas las demás. El tema surgió cuando TVE programó la segunda temporada de Perdidos, esa serie que tanto nos ha enganchado y que tanto disfrutamos, llevados por el innegable éxito de su primera temporada. El asunto terminó en fiasco. Los índices de audiencia cayeron en picado, y fue insostenible mantener la serie en antena.

¿La razón? Los que ya habían seguido la primera temporada, y se (nos) habíamos enganchado a la complicada trama, habíamos visto esa segunda temporada vía Internet. Sí, nos saltamos los protocolos estúpidos que dicen que tenemos que esperar algo más de un año para ver en España una serie que nos gusta, y que en su país de origen ha triunfado ya con su tercera temporada.

Esa decisión de esperar tanto, que es lo común de todas las cadenas, hundió lo que a priori parecía un éxito seguro. Internet ha provocado que los programadores se reconsideren la posibilidad de poner las pilas a los traductores, dobladores y montadores de series, porque de otra manera, no va a ser posible ver en este nuestro país, las nuevas seasons de las series que nos gustan. Porque ya las habremos visto a través de nuestros monitores de alta definición, o en los DVD que nos grabamos o nos prestan (y que es totalmente legal, ya que pagamos un canon, así que tranquilos si decidís bajaros un capítulo o una peli. Digan lo que digan, no sólo os ampara la ley, sino que además, os cobran para permitiros hacerlo. Los mismos que dicen que es ilegal, por cierto).

Entonces, decía, el cambio ya se ha producido en algunas de las cadenas.

Por ejemplo, tanto las de pago, como Fox o AXN como las generalistas Cuatro o La Sexta han estrenado ya mismo las temporadas casi al mismo tiempo que los americanos, y ya tenemos los nuevos episiodios de House, Prison Break y el resto de grandes series de ficción. De Perdidos, por el momento nada.

Un saludín

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