El otro día recibí un paquete muy especial. Mi hija me lo entró ilusionada en la habitación y esperó paciente a que lo abriera y viera qué contenía. Era un ejemplar de Me llaman Fuco Lois, la novela escrita por el amigo Txiki Palomares, que ha ganado el Premio Joven 2005 de Narrativa de la Fundación General de Universidad Complutense de Madrid. Todo un logro, y más teniendo en cuenta el nombre del susodicho premio...
Más remarcable aún el hecho de que el jurado que le concedió tal galardón tenía como componentes a autores de la talla de Rosa Regás y Almudena Grandes, además de otros que no conozco, pero seguro que son gente a tener en cuenta.
Y encima, la novela es buena, de narices.
Tanto, que me puse a leerla el mismo día que la recibí y la terrminé dos días después, a las tres y media de la madrugada. Me atrapó, y eso es algo que con mis turnos, es bastante difícil de conseguir. Vamos, que suelo estar hecho un guiñapo a esas horas y no leyendo.
La novela es una historia de conspiraciones. Sí, de esas en las que una persona normal y corriente se ve metida en un berenjenal de dos pares de narices y tiene que resolver algo de lo que depende el mundo entero, y si le atrapan los malos, se va todo al carajo.
Lo bueno de Me llaman Fuco Lois es que Txiki, listo él, se toma la cosa como hay que tomársela, es decir, sin pretender ser un iluminador de conciencias ni un iluminado él mismamente, sino que toda la novela está cubierta por un conveniente filtro de humor que hace, no sólo llevadera la lectura, sino que la convierte en absorvente.
La cosa va de una chica normalita, que vive en su pisito en Madrid y que a la vuelta de una fiesta donde rulaba el lambrusco se encuentra a un tipo sentado en su salón, y que le cuenta una historia en la que ella es protagonista y, como no podía ser menos, su colaboración es vital para que la civilización continúe siendo igual que hasta ahora. O algo, vamos...
A partir de ahí, Miranda, que es el nombre de la joven, se encuentra rodeada de peligros, misterios, compañeros de trabajo que son tan odiables como todos los compañeros de trabajo (hay que ver como me identifico con Miranda y su relación con sus compañeros de curro. Seguro que no soy el único...) y personas que no son lo que parecen, o quizás sí, o vete tú a saber.
Toda la trama está contada en primera persona, y es la propia Miranda quien nos ofrece su particular visión de lo que le ocurre, con lo que el lector (o sea, tú) va sabiendo las cosas a medida que las sabe ella, y se hace las mismas preguntas que se hace la susodicha protagonista.
En ocasiones, hasta dan ganas de plantarte delante de ella y decirlo: "¡¿Por qué no has pensado en eso, boba?!" Ella no te iba a escuchar, claro está, pero esta chica consigue hacerte perder los nervios con sus elucubraciones.
El final, pues en la línea de lo esperado, con las oportunas revelaciones y que no son pocas y no todas se dejan ver en el desarrollo del argumento, por lo que está bien, y no te quedas como si todo se fuera desarrollando como esperabas que fuera desarrollándose (como en el libro en que estás pensando. Sí, ese) y te da alguna sorpresa inesperada al final.
Bueno, hay una que me esperaba, no de esa manera, pero que se veía venir. Aunque no te la voy a contar, porque si no, cuando lo leas, no tendrá grácia.
Me llaman Fuco Lois es un buen libro, entretenido, que le da una interesante vuelta de tuerca a las manidas conspiraciones mundiales y pone en su sitio a los grandes salvadores de la humanidad con la figura de Miranda, una tía de la calle, tan normal como tú y como yo, que piensa como tú y como yo y que reaccona como podríamos reaccionar todos.
Y encima, te deja una sonrisita de complicidad durante toda la lectura, que es de agradecer.
A comprarlo todo el mundo.
Por cierto, la dedicatoria es muy amable, Txiki, pero me temo que la palabra "activo" no podría aplicarse a mi persona. Me va mejor lo de "vago redomado". De todas maneras, mil grácias.
Un saludín
Comentarios
Muchas gracias por tus palabras, me he puesto bastante colorado.
Y no me digas que no eres activo: ¡si eres una dinamo viviente!