ARQUEOLOGÍA EN MI JARDÍN

O, mejor dicho, al lado de casa.
Vivir en un pueblo que lleva siendo un enclave humano desde hace algo más de tres mil años hace que cada excavación realizada en el casco urbano sea toda una aventura. Sobre todo, desde que la Generalitat Valenciana exige una cata arqueológica en los límites del casco histórico.
En este caso, no hacía falta, ya que se trata del solar de un cine de verano, sí, pero que se instaló junto a un molino de harina, por lo que la cata era obligada.
Este molino está documentado como funcionando en los siglos XVII y XVIII, así que tiene una larga trayectoria de trabajo, ya que se sospecha que continúo funcionando hasta bien entrada la posguerra.
La harina se molía mediante una muela (aunque existen sospechas de que puede existir una segunda, cegada desde hace muchos años) que se accionaba por el paso del agua de la acequia. Esto es lo que se ha encontrado al iniciar los trabajos.


La acequia viene de la Bassa de la Vila, se bifurca en el Molí de la Reixa, que ha sido reformado y hoy es una sala de exposiciones y la oficina del Info Tourist, pasa por la calle Cervantes y llega al Plà. Después baja por la Safona y la calle Castelló, supera este molino y llegaba hasta otro, situado en lo que hoy es un parque.
Todavía es pronto para ver qué saldrá de aquí, pero el molino está junto a una de las puertas de acceso al recinto amurallado, así que es más que probable que queden restos, no sólo de la muralla, sino de una torre defensiva.
Emocionante, como te decía...
Un saludín

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