TRES GRANDES PÉRDIDAS

Me cuesta comenzar esta nueva tanda de posts con noticias tan tristes.
La semana pasada terminó con el anuncio de la muerte de un gran comunicador, un gran hombre de ciencia y poseedor de una voz remarcable, de las que te hacen levantar la cabeza en cuanto la escuchas a través de los auriculares. Fernando Jimenez del Oso, esa voz acompañada de una profusa barba, nos ha conducido a través de puertas que ocultan otras realidades.
Ni ciertas, ni falsas.
Simplemente, otras.
Recuerdo su voz, tantas veces escuchada en la penumbra de la fábrica, haciendome partícipe de su sabiduría, su experiencia, y la de tantos otros que compartieron con él la inquietud de conocer la verdad de cosas de las que quizás sea mejor no conocerla.
Da igual que seas creyente, escéptico, burlón o crítico. La voz de Jimenez del Oso no podía fallarte.
Te transportaba hasta esos lugares, viajabas a lomos de su potente sonoridad hasta el Machu-Pichu, las pirámides mayas y aztecas, el mítico Egipto...
La imagen de este venerable señor, psiquiatra de profesión y vocación, en ese inquietante programa de televisión que tanto recordamos, en esos mágicos ochenta, que tanto han influído en nuestra vida.
La semana comenzó con otra trágica noticia. Otra gran voz, otra gran persona, nos faltaba en las ondas.
Joaquín Luqui, el Luqui, la voz del "Tres, dos o uno... Tú y yo lo sabíamos, uauuuuuuu...", algo más que un mito, que una leyenda, nos dejaba huérfanos de su conocimiento musical.
El quinto beatle, le llamaban.
Las estrellas bajaban del cielo para saludarle, y la profesión guardaba silencio cuando daba una opinión.
Mi contacto con él fue, como no, en los 80. La tele, y luego la rádio, los 40.
Ese loco con los pelos raros, que hablaba con Abellán, y discutía sobre el último éxito, daba su opinión sobre tal música y nos presentaba lo que debíamos escuchar.
En los últimos tiempos, la cosa de la industria le llevó a otras músicas, pero todos sabíamos que si Luqui daba el visto bueno, no podía ser malo.
Tanto que hablar, esa voz, esa manera de presentar...
Pocas voces quedan, pocos locutores con la personalidad de estos dos maestros quedan en las ondas.
El tercer suceso, sucedió el sábado, pero lo conocí el lunes. Paco, el de la "Panderola", mi suministrador de vicio y subcultura, en su faceta audiovisual, durante años, nos dejó también.
Su pequeño video-club, que nos mantuvo bien surtidos de las novedades, y de los productos más extraños que se encontraban en el mercado. Productoras que no tenían casi distribución se daban cita en las estanterías de la Panderola. Full-Moon, Troma... todas ellas estaban en la Panderola, mimadas por Paco, que no perdía tiempo en ofrecérmelas.
Los que consumíamos "cine raro" teníamos nuestro pequeño templo allí, con la presencia, el mimo y el cuidado de Paco, que siempre sabía que película ofrecer a cada quien, y cual reservar a cada cual.
Quizás no salga en la tele, ni en la rádio, pero ha sido muy importante para muchos de nosotros.
A los tres, grácias. De una manera u otra, hemos crecido como personas junto a vosotros.
Un saludín

Comentarios