Stranger Things, una serie que tira de nostalgia... ¡Y funciona!



Netflix acaba de lanzar Strangers Things, una serie que busca enganchar a un grupo de espectadores que no tiene la juventud como bandera, precisamente.  La serie está pensada, creada y desarrollada para que la disfrutamos los que crecimos en los años 80. Cada fotograma de cada episodio está pensado para que nos recuerde alguna de las míticas películas de terror juvenil de aquella época, pero también de series tan míticas como El Misterio de Salem's Lot.

El homenaje a todas esas grandes historias que vimos, bien en el cine, bien en las teles de nuestro salón, ha tomado forma en pleno siglo XXI. La película que nos viene a todos a la mente es, directamente, Los Goonies, una cinta que personalmente creo que ha sido pasto de la nostalgia y que se ha convertido en algo más de lo que realmente es.

Pero realmente, toda esta mezcla de series y películas, con claras referencias también al trabajo de Stephen King, funciona. Nos ha llevado a un mundo en que todo era más sencillo y todo estaba más claro. Nos olvidamos de fabricantes de drogas sintéticas que buscan ayudar a su familia, a misterios en islas (presuntamente) desiertas, vampiros luminosos y otras cosas que llegan para aburrirnos en lugar de aterrarnos.


El MAL está presente y nos atrapa desde el principio. El BIEN está representado por niños y jóvenes, que se plantarán ante los adultos y serán los que lleven la voz cantante en todo momento. Esa era la clave de esas películas y series en los 80 y gracias a Strangers Things, lo es otra vez.

Fuera de los esperados homenajes, nos vamos a encontrar con la historia que nos han mostrado mil veces, sobre todo en esa época. Una persona extraña que llega a una comunidad pacífica (en apariencia) y rompe todos los esquemas. Junto a ella llega un peligro sobrenatural que es el contrapunto a esa extraña que aparece y que solo puede ser vencido por ella.

Todo funciona como esperamos, aunque las técnicas narrativas del siglo XXI también hacen acto de presencia y hacia el final nos hace plantearnos dudas acerca de la identidad real de alguno de los personajes. Ahí está el resultado final, un ejercicio de nostalgia con una historia interesante, contada con un estilo retro al que ayuda desde los diálogos hasta la fotografía, pasando por la ambientación y la banda sonora, una deliciosa música surgida de los sintetizadores que tanto juego dieron en las películas de John Carpenter y tantos otros.

No esperes una serie redonda, ni un gran producto. Es una buena serie para disfrutar y pasar página en cuanto la ves. Pero quizá te entren ganas de ver ET, la serie de Salem's Lot o incluso Los Goonies. Porque gracias a la nostalgia, las tenemos todas muy presentes.

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