Rodolfo Martinez es un escritor asturiano al que descubrí por unas muy interesantes novelas protagonizadas por Sherlock Holmes, Aunque no soy un seguidor acérrimo del personaje, guardo recuerdos muy entrañables de cuando me puse a leer las novelas de Athur Conan Doyle. No habia cumplido los 16, y ya me fascinaban.
Por eso, me llamó la atención que alguien se atreviera a descolocar al Detective (permíteme que lo ponga así, en mayúsculas), trasladarlo hasta un escenario tan extraño y cercano al mismo tiempo como fue la Guerra Civil Española y lo acabará juntando con aquel tipo bajito que fumaba tanto y que al final montó un bar en Casablanca. O con el granjero de Kansas que podía salvar cualquier montaña de un salto. Excepto aquella que estaba en aquel otro lugar, tan... inquientante.
Pero no voy a hablar de esa saga literaria, sino de una novela que ha aparecido bajo el sello Ngc Ficción, y que tiene por título Fieramente Humano.
El tal Rodolfo tiene que ser un friki de cuidado. Si ya me lo pareció cuando leí aquellos libros (tengo pendiente, por cierto, Heredero de Nadie, el último), me reafirmo con este.
El protagonista, o uno al menos, tiene fuertes raices enterradas en los cómics Marvel. En uno de los clásicos, además.
La figura del mago misterioso, recluído en un extraño edificio en medio de una ciudad que tiene mucho que esconder, nos retroatraé a aquel Doctor Extraño de Kirby que solucionaba los problemas sobrenaturales con los que se topaba Spider-Man. O los provocaba, vamos.
De todas maneras, el Doctor Zanzaborna es algo diferente. Más humano, más falible y sobre todo, más enigmático. Su ciudad es una ciudad que el escritor ya ha visitado antes, y se nota en el instante en que aparecen personajes que dibuja muy bien en apenas unos párrafos. Son viejos conocidos, y ellos están contentos por volver a estar presentes.
El Abismo en el Espejo y Los Sicarios del Cielo transcurren también en esa ciudad (y, como no los he leído, me los apunto para hacerme cuanto antes con ellos) y si has podido leerlos antes, eso que tienes ganado. Si no, pues no pasa nada, porque la pluma de Rodolfo Martinez te introduce enseguida en ella, y acabas conociéndola igualmente.
Los homenajes no terminan en Zanzaborna, sino que tienen más recorrido. El mismísimo Odín se deja caer por esa casa. O eso me ha parecido a mí. Y trae una sorprendente revelación que cambiará la vida del inspector Gabriel Márquez.
Paralelamente a la historia principal, la que conduce la trama, nos encontramos con dos pequeños altos en el camino, que se sitúan cronológicamente antes de lo que pasa en la actualidad, y que me parece que es lo más acertado de la novela.
Conocemos los antecedentes de lo que ocurre realmente, una información que se nos da tangencialmente durante la trama, y que acaba siendo revelado en esos capítulos intercalados a la acción central.
Una buena novela de aventuras oscuras, que no se me olvidaría poner en la maleta durante las vacaciones, para disfrutarla en esos momentos en los que apetece estar tranquilo, con un buen libro entre las manos.
Un saludín
Por eso, me llamó la atención que alguien se atreviera a descolocar al Detective (permíteme que lo ponga así, en mayúsculas), trasladarlo hasta un escenario tan extraño y cercano al mismo tiempo como fue la Guerra Civil Española y lo acabará juntando con aquel tipo bajito que fumaba tanto y que al final montó un bar en Casablanca. O con el granjero de Kansas que podía salvar cualquier montaña de un salto. Excepto aquella que estaba en aquel otro lugar, tan... inquientante.
Pero no voy a hablar de esa saga literaria, sino de una novela que ha aparecido bajo el sello Ngc Ficción, y que tiene por título Fieramente Humano.
El tal Rodolfo tiene que ser un friki de cuidado. Si ya me lo pareció cuando leí aquellos libros (tengo pendiente, por cierto, Heredero de Nadie, el último), me reafirmo con este.
El protagonista, o uno al menos, tiene fuertes raices enterradas en los cómics Marvel. En uno de los clásicos, además.
La figura del mago misterioso, recluído en un extraño edificio en medio de una ciudad que tiene mucho que esconder, nos retroatraé a aquel Doctor Extraño de Kirby que solucionaba los problemas sobrenaturales con los que se topaba Spider-Man. O los provocaba, vamos.
De todas maneras, el Doctor Zanzaborna es algo diferente. Más humano, más falible y sobre todo, más enigmático. Su ciudad es una ciudad que el escritor ya ha visitado antes, y se nota en el instante en que aparecen personajes que dibuja muy bien en apenas unos párrafos. Son viejos conocidos, y ellos están contentos por volver a estar presentes.
El Abismo en el Espejo y Los Sicarios del Cielo transcurren también en esa ciudad (y, como no los he leído, me los apunto para hacerme cuanto antes con ellos) y si has podido leerlos antes, eso que tienes ganado. Si no, pues no pasa nada, porque la pluma de Rodolfo Martinez te introduce enseguida en ella, y acabas conociéndola igualmente.
Los homenajes no terminan en Zanzaborna, sino que tienen más recorrido. El mismísimo Odín se deja caer por esa casa. O eso me ha parecido a mí. Y trae una sorprendente revelación que cambiará la vida del inspector Gabriel Márquez.
Paralelamente a la historia principal, la que conduce la trama, nos encontramos con dos pequeños altos en el camino, que se sitúan cronológicamente antes de lo que pasa en la actualidad, y que me parece que es lo más acertado de la novela.
Conocemos los antecedentes de lo que ocurre realmente, una información que se nos da tangencialmente durante la trama, y que acaba siendo revelado en esos capítulos intercalados a la acción central.
Una buena novela de aventuras oscuras, que no se me olvidaría poner en la maleta durante las vacaciones, para disfrutarla en esos momentos en los que apetece estar tranquilo, con un buen libro entre las manos.
Un saludín
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