No quería yo decir que después del Sherlock de Steven Moffat y Mark Gatiss ya no había otro Holmes. No osaría. Me refería, más bien, a la visión de un Sherlock Holmes ultimatizado. Mis queridos lectores que sepan algo sobre el fascinante mundo de Marvel ya habrán cogido la referencia. El resto, bueno, simplemente cojan un personaje mítico, con una larga trayectoria, y actualícenlo. Eso es el Ultimate Sherlock Holmes que hemos visto estas tres últimas semanas.
Con un respeto increíble por la figura que creó Sir Arthur Conan Doyle hace dos siglos, ambos creadores de mitos modernos han conseguido trasladar el señorío de la Inglaterra decimonónica hasta nuestros días sin perder ni un ápice de la esencia de la obra original.
Sí, muchos comentan que se percibe una cierta falta de originalidad al permitir que se vuelva, otra vez, a esas mismas historias, pero basta con ver un solo episodio para darse cuenta de que hay mucho más en la serie.
La primera temporada nos dejó a todos ensimismados y queriendo tener más episodios para disfrutarlos.
La segunda se ha hecho esperar, pero el resultado ha sido todavía más espectacular.
Irene Adler, La Mujer, fue protagonista del regreso, y lo hizo ofreciendo una visión, si cabe, más directa del personaje. El segundo convirtió un caso rural en algo de ingeniería química, y en este tercero, nos conmovió con la (aparente) muerte del Detective.
No hace falta que me mires así, estimado lector. Si conoces un poco el personaje y su historia, sabrás que en las cataratas Reichenbach fue donde Holmes se precipitó al vacío junto a su eterno rival Moriarty, para reaparecer unos después, vivito y coleando.
El Moriarty de esta serie es... distinto a lo que uno se imagina. No es el frío calculador de la película de Guy Ritchie. Es algo más similar a Holmes, un criminal genial que ha encontrado en Holmes un rival a su altura.
En el último episodio, se encarga de acabar con él de la manera en que se hace actualmente. Nada de una bala en la cabeza. Desprestigio, humillación y sucidio. Inducido, claro, por las maquiavélicas maquinaciones de Jim Moriarty.
Pero si no pudo hacerlo el taxista del primer episodio, ¿cómo va a lograrlo Moriarty?
La historia del personaje nos revela el final antes de que suceda y aquí, la cosa está en saber cómo ejecuta Sherlock su plan. Porque hay otra temporada en el horno, y va a ser tan intensa como esta, así que no tengas miedo de que te haya pisado ninguna sorpresa.
Tengo mi teoría, claro. Todos los que hemos visto el episodio tenemos una teoría al respecto.
La mía parte de la colaboración entre Sherlock y Molly, con la ayuda, in extremis y salvando sus diferencias fraternales, de Mycroft.
Un gran truco de magia, tal y como dice el propio Holmes, para que Watson sea testigo y salve su propia vida y la del resto de amigos.
Un golpe oportuno confunde a Watson lo suficiente para que su amigo se ponga en lugar del realmente muerto (¿Moriarty?) y él, con las heridas que Molly le indica que debe llevar, se hace pasar por muerto, para tranquilidad de los francotiradores.
Es una sospecha, no una certeza, y espero no tardar en ver la auténtica treta que el gran Detective ha preparado.
La serie nos ha traído también también muchos guiños. Un periódico con la foto del Detective con su tradicional sombrero y el titular "Hatman and Robin", una sombra misteriosamente similar a la TARDIS, una escena que parece sacada de la próxima El Hobbit, donde interviene Martin Freeman (Watson) como Bilbo Bolsón... Todo parece realizado para hacernos disfrutar a varios niveles. Sí, esperamos su vuelta, señor Holmes.
Y esta vez, no tarde, por favor, dos años más
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