X MEN 3: LA DECEPCIÓN FINAL

Ha llegado el momento de cerrar la franquicia mutante en el cine. Pese a que se anuncian dos nuevas incursiones de los mutantes en la pantalla grande, los genuinos X-Men abandonan su breve reinado en el celuloide. Y lo hacen con nota, pero sin honor.
Y es que la tercera entrega de sus aventuras cinematográficas no consigue convencer del todo.
El abandono de Bryan Singer al inicio del proyecto ha supuesto un duro golpe para los mutantes, del que ni siquiera ha conseguido sacarlos el factor curativo de Lobezno.
No es que se trate de una mala película de género, ni muchísimo menos. Aunque los cambios de escena resulten artificiales y realizados sin maña, y se intenten contar varias historias al mismo tiempo, sin tener la capacidad para hacerlo, estamos ante una película en la que la acción y la aventura son palpables y te acompañan durante toda la proyección.
Otra cosa es que, a diferencia de las otras dos, ni siquiera el lanzamiento "Bola Especial" te consiga arrancar más que una sonrisa, y eso, la primera vez.
En cuanto al desarrollo de la historia, pues bueno, es complicado comentarla sin destripar situaciones importantes en la película.
Situaciones que, digo yo, a un espectador de los de cine de fin de semana, de los que no conocen a la Patrulla más que por las películas anteriores, pues les pueden sentar hasta bien. A nosotros, los que conocemos desde hace años a los personajes, nos hacen levantar la ceja, de pura sorpresa, y, en ocasiones, vergüenza ajena.
La presencia de personajes de peso en la saga de los X-men es ... bueno, podría catalogarla de "anecdótica", y su carga emocional en la trama, como "innecesaria".
Ocurren cosas sin sentido, los personajes sufren situaciones inexplicables, e incluso uno se pregunta "¿qué diablos hace este aquí, para hacer esto?".
Por otro lado, la súbita importáncia de Tormenta, sobre los otros personajes (excepto uno, claro), desarma, porque absorbe el protagonismo de quien debería llevar, por tradición, ese peso. Y habría quedado más impactante, más trabajado y más creíble de otra manera...
En el lado de los malos, Magneto pierde su magnetismo habitúal (carisma, más bien), para convertirse en un comparsa que no convence ni crea respeto, como hace en sus apariciones anteriores. El resto, son un grupo de matones con poderes sin más...
Para ser justos, sí que encontramos rasgos reconocibles en muchos de los personajes. Xavier demuestra por qué está al frente de los X-Men, y Lobezno hace lo que mejor sabe hacer (aunque, insisto, lo hizo mejor en la 2). La escena de la Patrulla X encarándose a los malos, retándolos a pasar sobre ellos, y demostrando que las sesiones en la Sala de Peligro son para algo más que para lucirse, consigue hacerte recuperar, por un breve momento, la sensación de maravilla que debería estar ahí desde el principio.
Luego, a medida que avanza el ya casi finalizado metraje, esta sensación va decayendo, y uno se pregunta por qué narices no se utilizan los medios al alcance para solucionar el problema final, en lugar de dejárselo a Logan.
También hay que destacar la imponente figura del Fénix, una Famke Jansen arrebatadora, que sabe imponerse con una mirada, y aún demacrada, está impresionantemente bella. Y la manera como baja las escaleras de la mansión Ororo, una escena recurrente, ante la que no tenemos queja.
En resumen, una película de acción por encima de la media de muchas otras, quizás por su temática y su origen comiquero, pero que no consigue llegar al nivel de las películas anteriores, aunque, por suerte, no es Batman y Robin.
Para ver con palomitas, y mirando el reloj de vez en cuando

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