DE REGRESO...

Bueno, tras ocho estupendos días perdido por la geografía Ibérica, he regresado a la vida real, a levantarme más tarde de las ocho, a desayunar de manera coherente y a aventurarme en las arriesgadas aguas de mi ciudad.
Es decir, a la monotonía de lo cotidiano.
En fín, lo bueno de las vacaciones, es que totalmente distintas al resto del año. Si no fuera así, maldita la grácia que tendrían.
He visitado lugares maravillosos durante estos días.
En mi anterior entrada hablé de Lisboa. Me quedé corto.
Es una ciudad maravillosa.
Su casco antiguo rebosa de esa melancolía que dió origen al fado, mientras que su parte moderna es dinámica, ágil y eficiente.
De sus camareros, hablaré, si tengo ganas, en otro post. La falta de profesionalidad y de atención al cliente que vivimos esos días me pone de los nervios...
Paseos en tranvía, viajes en funicular, subidas a ascensores urbanos...
Una delicia que terminó en tres días, y que nos llevó a una zona costera de Portugal, donde la cosa no fue a peor, desde luego, pero que se convirtió en una estancia en una ciudad de playa.
Una playa que se encontraba en una isla, a una milla de distancia de la costa, por cierto...
Tavira es una ciudad costera, como Benicassim, como Peñíscola, del extranjero, vale, pero idéntica.
Con menos trato al turista, me atrevería a decir.
Aún así, fue bonito mientras duró...
De vuelta, paramos en Cuenca (a sólo 800 km de distancia). Bonita ciudad, que visitamos de noche, y que revisitamos por la mañana. Vimos las famosas casas colgantes, desde el puente de madera que une la ciudad con el Parador, y paseamos por sus calles. Impresionantes vistas.
Luego, visita obligada a la Ciudad Encantada, donde alucinamos con el trabajo de siglos en la piedra. Formas extrañas presidían el paisaje, dando un ambiente espectacular al recorrido, de algo más de una hora, que conforma la visita.
Ahora, de vuelta a Onda, he aprendido a ver este pequeño pueblo de otra manera.
Sus monumentos me parecen dignos de ser visitados, después de ver qué cosas se visitan en otros sitios, y su castillo me parece muy superior a los que ví en Tavira o Faro.
En fin, que ya estoy aquí, y leñe, me gusta volver.
Un saludín

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